Según el director del Centro para el Desarrollo Internacional y profesor de Economía del Desarrollo en el Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard, Ricardo Hausmann, “Brasil es un país que paga más gastos de pensiones que los países viejos de Europa, a pesar de que es un país mucho más joven y está con un nivel de desarrollo mucho más retrasado”.
La crisis económica de Brasil “es en cierto sentido un conflicto entre abuelos y nietos”, porque deriva de una situación fiscal “insostenible” en parte consecuencia de “un sistema de pensiones totalmente fuera de lugar”, opina el catedrático de la Universidad de Harvard (EEUU) Ricardo Hausmann.
“Brasil es un país que paga más gastos de pensiones que los países viejos de Europa, a pesar de que es un país mucho más joven y está con un nivel de desarrollo mucho más retrasado, de modo que es un país que ha generado unos derechos que no son financiables”, especialmente en el sector público, explica el experto en una entrevista con EFE en Panamá.
Además el país “ya tiene la tasa impositiva más alta del mundo en desarrollo, entonces no tiene mucho espacio para seguir subiendo impuestos”, por lo que para paliar la situación “tiene que mirar más de cerca los gastos insostenibles para abrir espacios a los jóvenes”.
“En cierto sentido, la crisis económica de Brasil es un conflicto entre abuelos y nietos: toda la plata se la están dando a los abuelos y no queda para los nietos”, ilustra Hausmann, director del Centro para el Desarrollo Internacional y profesor de Economía del Desarrollo en el Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard.
Brasil, la mayor economía de Sudamérica, atraviesa una grave recesión. Los economistas locales prevén que el producto interior bruto (PIB) del país sufrirá en 2016 una contracción del 3.80%, exactamente la misma caída que registró en 2015. “Ahora tenemos un segundo año de recesión, esta es la recesión más larga en Brasil desde la década de 1930 y no va a ser fácil darle la vuelta, porque se requieren decisiones difíciles que hubiera sido mucho más fácil tomarlas durante la bonanza” que vivió Latinoamérica en la primera década de este siglo y durante una década gracias a los elevados precios de las materias primas, dice Hausmann.
Luiz Inácio Lula da Silva, que gobernó entre 2003-2010, “no hizo ninguna reforma importante para resolver los problemas estructurales de Brasil, desperdició no solo la bonanza de los recursos naturales sino también su enorme capital político y le dejó” a su sucesora y correligionaria, Dilma Rousseff, “una economía muy distorsionada, con una situación fiscal insostenible que ella tampoco enfrentó”.
Hausmann resalta que para acometer las reformas estructurales que requiere Brasil “hace falta una capacidad política” que ahora mismo Rousseff “no tiene”.
La Cámara de Diputados de Brasil aprobó hace algunos días por gran mayoría la apertura de un juicio político con fines destituyentes contra Rousseff, cuyo futuro ahora quedó en las manos del Senado.
“Mientras más rápido se pase este capítulo y se pueda generar un consenso político para tomar esas medidas (de reestructuración económica), mejor para ese país”, añade el catedrático y exministro venezolano de Planificación.
Hausmann estuvo en pasados días en Panamá para clausurar la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE) 2016, organizada por la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresas (Apede) bajo el título “Después de la ampliación del Canal... ¿qué?”.
"(Lula) no hizo ninguna reforma importante para resolver los problemas estructurales de Brasil, desperdició no solo la bonanza de los recursos naturales sino también su enorme capital político y le dejó” (a Rousseff) “una economía muy distorsionada”.
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