sábado, 5 de noviembre de 2016

Auge de la deuda de Argentina gana tiempo y acarrea riesgos

Hace menos de un año, Argentina estaba al borde de una crisis de balanza de pagos después de 12 años de Gobierno populista, pero los dólares han entrado en enormes cantidades a la economía desde que el Gobierno pronegocios de Mauricio Macri asumiera el mando en diciembre pasado, con unas reservas del Banco Central elevándose por encima de los 40 mil millones de dólares la semana pasada.

Aunque Arabia Saudita ya ha roto el récord establecido por el impresionante retorno (16,5 mil millones de dólares) de Argentina a los mercados de capitales este año, el Gobierno continúa alarmando a los inversionistas con una agresiva estrategia de deuda, habiendo emitido en las últimas semanas bonos en pesos de tasa fija a largo plazo por un total de 8,5 mil millones de dólares.

En una extraordinaria muestra de confianza en el éxito del Gobierno en cuanto a la estabilización de una economía que heredó con una inflación de dos dígitos y con reservas de divisas extranjeras líquidas cercanas a cero, la mayor parte de la demanda de los bonos en pesos a 5, 7 y 10 años provino de fondos de deuda locales de mercados emergentes internacionales.

"Esto demuestra una fuerte convicción en que el banco central tendrá éxito en reducir la inflación a un dígito en tan sólo unos cuantos años", aseguró Andrew Cummins, el fundador de Explorador Capital Management, un fondo de cobertura con sede en Estados Unidos que se concentra en asuntos de Latinoamérica.

Una combinación de lo que él dice son "algunas de las tasas de interés reales más altas del mundo" y un "sólido balance soberano" hace que los bonos en pesos sean un vehículo atractivo para las operaciones de “carry trade”, o acarreo, en el cual los inversionistas piden prestado a bajas tasas de interés en una jurisdicción para comprar activos de mayor rendimiento en otras.

Sin embargo, Walter Stoeppelwerth, jefe de investigación de Balanz Capital, un banco de inversión local, comentó que existe "cierta preocupación acerca de cuándo estos individuos van a parar la emisión de deuda". Él argumenta que después de que las autoridades declararan que no regresarían a los mercados este año, el mensaje que esto comunica es que un déficit fiscal de alrededor del 7 por ciento "no está en realidad mejorando".

"Han vuelto una y otra vez a los mercados. Han utilizado casi todas las clases de inversionistas que se pudieran posiblemente considerar, colocando tanta deuda como les es posible... y eso está empezando a molestar a algunas personas", dijo Stoeppelwerth, añadiendo que todavía es "una buena noticia" que el Gobierno ahora ha prefinanciado sus necesidades de financiación para el resto del año.

Según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), este año las entidades públicas han emitido 40 mil millones de dólares en deuda (tres cuartas partes de la misma en moneda extranjera) subiendo la deuda pública a 50 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), un aumento frente al 43 por ciento de diciembre pasado.

Además, existe una creciente especulación acerca de que Argentina puede que esté en busca de la inclusión en el índice de bono de referencia GBI-EM de JPMorgan de 809 mil millones de dólares para inversionistas en bonos en moneda local de mercados emergentes, mediante la eliminación de los límites en las compras de bonos locales por parte de inversionistas extranjeros. Eso abriría todo un universo lleno de inversionistas capaces de comprar deuda local argentina, ayudando al país a reducir su dependencia de la deuda externa y así poner fin a una larga historia de crisis de deuda.

"Los inversionistas están proporcionando la liquidez que el Gobierno necesita para financiar el cambio de régimen", declaró Martín Castellano, economista argentino del IIF.

Básicamente, la búsqueda global de altos rendimientos está ayudando a Argentina a posponer un doloroso, aunque inevitable, ajuste fiscal hasta después de las elecciones legislativas de mediados del próximo año, cuando el Gobierno espera fortalecer su posición en el Congreso para consolidar su programa de reformas. Por ahora, los analistas se sienten optimistas de que un crecimiento económico anticipado de alrededor del 3-4 por ciento el próximo año, después de una contracción de hasta un 2 por ciento en 2016, ayudará al desempeño electoral del Gobierno.

Aun así, a pesar del impresionante progreso del Gobierno en solucionar el torrente de problemas económicos (incluyendo la eliminación de los estrictos controles de capital y poniendo fin a una prolongada disputa de la deuda que impedía el acceso a los mercados de capitales) las tasas de interés en Argentina siguen siendo más altas que en otros países de la región. Si bien la deuda soberana argentina produce alrededor del 6,5 por ciento, Colombia puede pedir prestado cerca de un 2 por ciento.

Castellano indicó que "los costos de financiación de Argentina han caído, pero el déficit fiscal es una debilidad que limita su capacidad para autofinanciarse a tasas más bajas. Para que las tasas de interés bajen todavía más, la situación fiscal tiene que mejorar".

Él argumenta que el principal riesgo para Argentina es la "complacencia". Un decisivo programa de consolidación fiscal, incluyendo una clara trayectoria de múltiples años para recortar los subsidios de los servicios públicos, se debe implementar después de las elecciones del próximo año "para disipar el riesgo de déficit fiscales crónicos". Castellano argumenta que, el no hacerlo, dejará al país vulnerable ante cambios en el sentimiento de mercado, y pudiera descarrilar el programa de reformas del presidente Macri.

"No pueden seguir endeudándose a estos niveles cada año", comentó Stoeppelwerth de Balanz Capital, quien está de acuerdo en que, sin una solución a la situación fiscal, los inversionistas pudieran comenzar a perder la confianza. "En algún momento el pozo se va a secar".

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