–El golpe express en el Paraguay tuvo que ver con un último intento de abortar la entrada de Venezuela en el Mercosur…
–Creo que sí. Pero se equivocaron, porque no calcularon la reacción. Alguna gente en la Casa Blanca y en el Departamento de Estado todavía piensa que estamos en la década del noventa. No se dan cuenta que Cristina no es Menem, que Mujica no es Lacalle, que Dilma no es Fernando Henrique Cardoso. Apostaron al golpe. Pensaron: limpiamos la situación en Paraguay y avanzamos con el envío de tropas a las dos bases que tienen allí. Creyeron que no iba a pasar nada y que Venezuela se quedaría permanentemente afuera del Mercosur. Quieren asegurarse un férreo control geopolítico en el Cono Sur y, especialmente, en la Triple Frontera. No calcularon que los presidentes de la región han ido ejerciendo un grado de autonomía creciente. Lo interesante del caso es que estos ejercicios autonómicos, estas reafirmaciones de autodeterminación, van generando un clima que hace probable, y casi inevitable, la progresiva reafirmación de la soberanía nacional. Creo que los norteamericanos leyeron muy mal la coyuntura, tienen muy malos analistas. Se creen los cuentitos que ellos mismos inventan para que consuman en el exterior. Y bueno, se toparon con esta enorme sorpresa. Apostaron mucho a la rivalidad entre Venezuela y Brasil. En síntesis: ellos perdieron y el Mercosur ganó un socios estratégico.
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