La inflación y la restricción externa (escasez de divisas) producto de la crisis internacional han
erosionado algunas variables del modelo, aunque la sustentabilidad económica y la estabilidad
política están hoy garantizadas.
La pregunta que se impone, entonces, es la siguiente: ¿el
kirchnerismo ha llegado al poder para desempatar la pugna histórica, desechando el proyecto liberal
del menú de opciones e instaurando definitivamente un programa productivista y estatista? ¿O
asistimos a un nuevo movimiento del péndulo, esta vez en su versión más desarrollista? A diferencia
de Chile y Brasil, que han alcanzado equilibrios estables en cuanto a la política económica (no sin
severos costos sociales), la Argentina no ha logrado jamás tal consenso y ha estado signada por
constantes reversiones institucionales.
Como toda mayoría en democracia, el actual gobierno es contingente y transitorio. Resta saber,
entonces, en qué medida el kirchnerismo puede institucionalizar las transformaciones emprendidas,
sentando las bases de un modelo de acumulación económica y política estable en el tiempo que
trascienda inclusive su permanencia en el poder.
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