domingo, 4 de noviembre de 2012

Modelos de acumulación en el Cono Sur - I

Como las estaciones del tiempo, la discusión en torno a qué modelo de acumulación (política, económica y social) es el más exitoso de la región resurge cíclicamente. Por lo general, emerge con mayor vitalidad en épocas de dificultades económicas; en períodos de bonanza es más difícil inducir nuevas conductas o reorientar estrategias. Es siempre un debate interesante, porque incluye no solo la pregunta por el crecimiento económico, sino también que indaga cuál es el rol de las instituciones, los actores empresariales y sociales, la función del Estado y los efectos sobre la estructura social. Los escépticos del actual derrotero argentino suelen oponer, como casos virtuosos de desarrollo sustentable, el camino adoptado por Chile y Brasil. 
Desde ciertos sectores, se ofrecen entonces acríticamente estos ejemplos como solución al “problema” argentino. El país trasandino ha sido el caso más conspicuo de aplicación de políticas ortodoxas de mercado. Sus especificidades históricas explican en parte la relativa facilidad en la implementación de los preceptos neoliberales; un gobierno autoritario que se extendió en el tiempo (1973-1988), ausencia de actores económicos y sociales organizados en torno a intereses industriales e intensa influencia de la Escuela de Chicago en la élite política de los ´70 y ´80. La herencia autoritaria -la constitución pinochetista signó la transición democrática- se tradujo así luego en un sistema político con un equilibrio estable; dos coaliciones partidarias ordenadas por el eje izquierdaderecha disienten sobre política social pero no ponen en duda la orientación de la política económica liberal (funcionamiento similar al de buena parte de los sistemas bipartidistas europeos). 
Como resultado, lo que encontramos hoy en Chile es un vigoroso mercado de capitales, un sector privado dinámico que ha logrado formar grupos económicos trasnacionales y un Estado que se limita a garantizar las condiciones de competencia del mercado. Crecimiento económico constante, bajo desempleo y baja inflación constituyen el triangulo que tanto obsesiona y encandila a los defensores de la experiencia chilena. Lo que suele omitir esta mirada, no obstante, es el impacto social que ha tenido este programa económico; con una sociedad desmovilizada y en cierta medida dócil, el país se ha caracterizado por ser particularmente injusto en materia de distribución del ingreso (es uno de los más desiguales de la región más desigual del mundo; en 2011 ocupó el puesto 127 en el índice de Gini, sobre un total de 147 naciones, detrás de, por ejemplo, Mozambique o Zambia).

No hay comentarios:

Publicar un comentario