Arturo Méndez se sintió aliviado después de poner sobre la mesa cerca de 300.000 dólares en billetes de 100 dólares para pagar una casa. Ahora, cargar con todo ese dinero en efectivo por las calles de Buenos Aires sería el problema de otra persona.
"¿Por qué no puedo conseguir una hipoteca como en cualquier país normal?", se pregunta Méndez retóricamente, consciente de que las hipotecas asequibles apenas existen en Argentina gracias a su economía crónicamente inestable. Como resultado, la mayoría de ellos están obligados a pagar por adelantado sus casas, y a menudo en dólares a causa de la histórica inestabilidad del peso argentino.
Pero hay más esperanzas de que la situación está empezando a cambiar. La recuperación económica del país sigue siendo débil, pero con la disminución de la inflación y la caída de las tasas de interés, algunos analistas confían en que el Gobierno de Mauricio Macri, quien ya lleva un año en el poder, podrá restablecer la normalidad en la economía argentina, tan dada a las crisis. Si esto sucede, estas transacciones podrían convertirse en un recuerdo lejano.
Aunque el crédito al sector privado se contrajo en 2016 en términos reales, hay signos de un repunte. Los préstamos en pesos aumentaron un 2,7 por ciento en octubre, un 3,2 por ciento en noviembre y un 5 por ciento en diciembre. El mayor crecimiento se ha registrado en el crédito de consumo con tarjetas de crédito, dice Walter Stoeppelwerth, jefe de investigación de Balanz Capital. Los principales bancos han predicho que los préstamos podrían triplicarse para 2020 conforme mejora el clima económico.
Los analistas dicen que el incipiente crecimiento del crédito podría servir como uno de los pilares de la esperada recuperación de la economía del país. Stoeppelwerth espera que los préstamos en pesos crezcan este año en más de un 30 por ciento en términos nominales en los mayores bancos privados de Argentina y hasta un 40 por ciento en los bancos estatales.
Los préstamos del sector privado siguen siendo pequeños según los estándares internacionales. Sólo representan un 12 por ciento del producto interno bruto, en comparación con un promedio de 51,6 por ciento en América Latina y 89,6 por ciento en los mercados emergentes, según el Fondo Monetario Internacional.
Tradicionalmente, los préstamos bancarios en Argentina han sido lastrados por un desajuste entre las necesidades de los ahorradores y de los prestatarios, dice Mario Blejer, vicepresidente del Banco Hipotecario. Aunque los prestatarios pueden necesitar décadas para pagar un préstamo, en el entorno inflacionario de Argentina los ahorradores normalmente desean mantener su dinero en los bancos el menor tiempo posible.
La aversión a los bancos se ha visto profundizada por la tendencia periódica de los Gobiernos a expropiar activos bancarios o a volverlos inútiles mediante devaluaciones. Eso contribuye a explicar porque los argentinos el año pasado tenían un estimado de 400.000 millones de dólares fuera del sistema bancario local, ya fuera en cuentas en el exterior o bajo el colchón.
"La gente todavía recuerda el corralito", dice Blejer, refiriéndose al momento cuando el Gobierno congeló casi todas las cuentas bancarias en 2001, justo antes del impago argentino de una deuda de aproximadamente 100.000 millones de dólares.
Pero el fin de ese impago, después de que el Gobierno resolviera una disputa legal con un grupo de tenedores de bonos el año pasado, y la amnistía fiscal durante la cual se han declarado hasta ahora más de 100.000 millones de dólares en activos de los argentinos en el extranjero, están estimulando los bancos locales.
El año pasado, los préstamos se vieron obstaculizados por las medidas para contener la inflación. Después de que la nueva gerencia del banco central elevara las tasas de interés, se hizo atractivo para los bancos simplemente comprar los instrumentos a corto plazo de bajo riesgo, pero de alta rentabilidad, emitidos por la autoridad monetaria.
Pero conforme baja la inflación mensual (del 4,5 por ciento hace un año hasta alrededor de 1,5 por ciento en la actualidad) las tasas de interés han caído también haciendo del crédito al sector privado una alternativa viable.
De hecho, nadie espera que la cultura bancaria argentina cambie de la noche a la mañana. Un crecimiento económico sólido y signos claros de continuidad política son condiciones previas para un cambio duradero. Y las importantes elecciones parciales en octubre proporcionarán una indicación clave del futuro político de la administración Macri.
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