La releección de la presidenta, Dilma Rousseff, por un apretado margen desplomó hoy la bolsa y el real en un Brasil dividido entre quienes reconocieron los logros sociales del partido en el poder y quienes exigían cambios.
Los mercados, que preferían al derrotado presidenciable Aecio Neves y han mostrado "alergia" a Rousseff en las últimas semanas, se desplomaban en la primera jornada hábil tras el balotaje.
La bolsa de Sao Paulo caía 4,70% y se situaba en 49.497 puntos al mediodía (14:00 GMT), tras registrar un derrumbe de 6% minutos después de la apertura.
El real también caía un 3,21%, cotizado a 2,53 ante el dólar, tras caer casi 4% al inicio del día.
La exguerrillera de 66 años, del Partido de los Trabajadores (izquierda), triunfó con 51,6% de los votos, apenas tres puntos sobre Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB, centro), que obtuvo 48,3% en la elección más reñida del país desde 1989.
"Es esperado que el mercado reaccione con pérdidas este lunes, la presidenta tiene que anunciar esta semana quién será su ministro de Hacienda", dijo a la AFP el economista jefe de Gradual Investimentos, André Perfeito.
Aecio Neves, que prometía un giro liberal en la economía, era el candidato favorito de empresarios y mercados, que critican una excesiva intervención del gobierno en la economía, un crecimiento económico casi nulo y una inflación elevada.
Recuperar el crecimiento
En su primer discurso tras el anuncio del resultado electoral, Rousseff prometió adoptar medidas "para recuperar nuestro ritmo de crecimiento".
La mandataria anunció hace semanas la salida del gobierno del desprestigiado ministro de Hacienda, Guido Mantega, que aún no tiene reemplazante oficial.
Tras un crecimiento espectacular de 7,5% en 2010, durante el primer mandato de Rousseff la séptima economía mundial ha registrado un magro crecimiento. El primer semestre de 2014 sufrió una recesión técnica y tanto los mercados como el FMI esperan que el año concluya con un alza del PIB cercana a cero.
A esto se suma una inflación de 6,75% en 12 meses, por encima del techo de la meta oficial, aunque el desempleo todavía se mantiene muy bajo, en 4,9%.
"El primer desafío de Dilma Rousseff es reaproximarse al mercado. Tener un buen diálogo con el sector empresarial, el sector financiero que, sin duda, estaban muy descontentos con ella", dijo a la AFP el analista Marco Antonio Teixeira, de la prestigiosa Fundación Getulio Vargas en Sao Paulo.
Durante los 12 años de gobierno del PT, más de 40 millones de brasileños han salido de la pobreza e ingresado en la clase media gracias al crecimiento económico, subsidios y programas sociales para familias pobres, viviendas populares, enseñanza técnica gratuita y cuotas universitarias para negros y estudiantes de muy bajos ingresos.
Neves, un exgobernador y exsenador de la élite brasileña, de 54 años, era el candidato que encarnaba el cambio y atraía no sólo a la clase media-alta y al mercado, sino a los decepcionados del 'petismo' por los escándalos de corrupción.
Llamado al diálogo
Además de recuperar la confianza de inversores y del mercado, Rousseff, que se convirtió en la primera mujer presidenta de Brasil en 2011, debe enfrentar las denuncias de corrupción que corroen su partido.
"Mis primeras palabras son un llamado a la paz y la unión", dijo Rousseff la noche del domingo, vestida de un simbólico blanco y no con el tradicional rojo del Partido de los Trabajadores (PT), acompañada de su padrino político Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010).
"La ajustada victoria de Dilma le aporta grandes desafíos: deberá unir al Brasil hoy dividido en dos con una gran animosidad; el PSDB tiene un sentimiento de odio y de aversión al PT a raíz de los escándalos de corrupción", dijo a la AFP Daniel Barcelos Vargas, analista político de la universidad privada Fundación Getulio Vargas en Rio.
Rousseff prometió en su discurso endurecer las penas contra la corrupción, pero se enfrenta a un parlamento fragmentado en 28 partidos políticos y más conservador que antes, lo cual acentuará las disputas entre ambos poderes, alertó Vargas.
Como mostraron las masivas manifestaciones callejeras de 2013, los brasileños están hartos de la corrupción de la clase política. Los constantes abusos de poder de legisladores en el Congreso se suman a recientes denuncias sobre millonarios desvíos de fondos en la estatal Petrobras que habrían beneficiado al PT y a aliados.
Y todavía está fresco el caso 'mensalao', un escándalo por la compra de votos de legisladores aliados en el primer gobierno de Lula por el cual varios jerarcas del partido gobernante fueron condenados a la cárcel en 2012.