En un contexto de crisis mundial y políticas proteccionistas, la integración de Venezuela al
Mercosur se presenta como una nueva salvaguarda. El nuevo panorama regional, la relación
bilateral y las perspectivas del bloque.
Con el ingreso de Venezuela como miembro de pleno derecho, el
Mercosur se convirtió esta semana en la quinta potencia del
mundo.
Con ese balance, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff graficó
la importancia de una cumbre realizada esta semana en Brasilia,
en la que participaron los presidentes de todos los países del
bloque –con excepción de Paraguay, que se encuentra
suspendido luego de la interrupción del gobierno de Fernando
Lugo–. En el mismo sentido, Cristina Kirchner destacó que “la
incorporación de Venezuela cierra definitivamente la ecuación de
lo que va a ser este siglo veintiuno: energía, minerales, alimentos
y ciencia y tecnología”.
En esta entrevista, el politólogo e investigador principal del
Conicet, Atilio Boron destaca que se agregó a un nuevo socio con
un producto bruto estimado por el World Economic Outlook del
FMI en 397.000 millones de dólares. Es decir, se agrega una
economía de un tamaño ligeramente superior a la de Suecia. “El
Mercosur agrandado cuenta, ahora, con un producto interno
bruto total de 3.635.000 millones de dólares, lo que lo convierte
en la quinta economía del mundo; sólo superado por Estados
Unidos, China, India y Japón, y claramente por encima de la
locomotora europea, Alemania, y por encima de Francia.”
–Usted ha seguido muy de cerca todo el proceso del
Mercosur, y me gustaría conocer su balance actual...
–Lo del Mercosur es importantísimo. Ojalá que se le preste la
atención que merece a lo ocurrido esta semana. Con la
incorporación de Venezuela tenemos un espacio económico
unificado con un grado de equilibrio que no existe en ninguna
otra parte del mundo. Si uno mira la Unión Europea, que siempre
nos la ponen como el paradigma a imitar, se trata de una unión
de países desiguales, como lo son también los del Mercosur,
pero con un talón de Aquiles fundamenta que el Mercosur no
tienel: la cuestión energética. Cuando uno mira la experiencia del
Mercosur, especialmente el de ahora, grande, ampliado,
encuentra un equilibrio extraordinario. El Mercosur sumó a la
primera potencia petrolera del mundo. Y cuando digo esto no es
una hipérbole; simplemente, me remito a lo que indica el último
anuario publicado por la Opep. Según el organismo, la
evaluación de las reservas certificadas de Venezuela y de los
distintos productores, indica que a partir de 2010 Venezuela
desplazó a Arabia Saudita, país que durante treinta años fue el
líder indiscutido. Entonces, tener en un espacio económico
suramericano a la primera potencia petrolera de la tierra, a países
como la Argentina y Brasil, que son productores de grandes
excedentes alimentarios, y que además en algunas ramas
industriales son competitivos a nivel internacional, es de una
enorme importancia. Todo esto, sumado a dos pequeños países
que también aportan lo suyo en materia de alimentos, habla de
un espacio que puede resistir los embates de la crisis
internacional. En síntesis: un espacio económico muy integrado,
muy equilibrado como para afrontar las tendencias
proteccionistas del norte. Tenemos todo lo necesario: petróleo,
gas, electricidad, energía hidroeléctrica, industria, alimentación y
agua, en un mundo sediento de petróleo y agua. En segundo
lugar, la ampliación del Mercosur implica la creación de un
espacio económico desde Tierra del Fuego hasta el Mar Caribe.
Esto da pie a una serie de iniciativas y de esfuerzos de
integración física que cobran un viso de realidad que no hubieran
tenido sin la incorporación de Venezuela…