Se estima que para 2016 y 2017 el PIB mundial continúe creciendo, como lo hace desde 2012, a una tasa modesta en torno al 3% anual, como se observa en el gráfico 1, por debajo del promedio alcanzado entre 1995 y 2007 y del 4% registrada en 2011. Es decir, serán siete años de lento crecimiento.
Para 2016 se estima que el PIB mundial crezca al 2,9%, un poco menos que el 3,1% alcanzado en 2015; para subir a una tasa de 3,2% en 2017. Es decir, se trata de pequeñas variaciones más o menos, pero lo cierto es que la economía global seguirá estando en la trampa del crecimiento lento.
La preocupación de la OECD es por los llamados países adelantados pero que están atrasados en su crecimiento, puesto que Estados Unidos, pese a que éste es un año electoral, crecería a una tasa de 1,4%, inferior a la alcanzada en 2015 del 2,6%, es decir, más de un punto porcentual menos. Y en el área del Euro se pronostica un 1,5% este año, después del crecimiento del 1,9% en 2015. La economía japonesa, con su Abenomics por su primer ministro, seguiría con su crecimiento cercano a cero, con un 0,6% en 2016 casi similar al 0,5% del registrado en 2015, como se observa en el gráfico 1.
La que sigue, pese a todo, en niveles más altos de crecimiento es la economía de China con una desaceleración programada desde 6,9% en 2015 a 6,5% para este año y 6,2% para 2017, como se aprecia también en el gráfico 1.
De forma simultánea al lento crecimiento del producto, el volumen del comercio mundial cayó en el primer trimestre de 2016 y, aunque se recuperó en el segundo (como se observa en el gráfico 2), se estima que su crecimiento -a tasas anormalmente bajas- será menor que el del producto mundial a diferencia de periodos pasados; antes de la crisis de 2008 su tasa de crecimiento era dos veces la del producto mundial y en 2011-2015, una y media veces.
El crecimiento del comercio por encima del producto mundial era un indicador de una globalización intensiva en comercio (exportaciones más importaciones respecto al PIB), donde una proporción mayor del producto se destinaba a satisfacer la demanda externa y una mayor participación de las importaciones contribuía a la disponibilidad de bienes y servicios en una economía.
Hay varias razones de esta débil demanda mundial, desde factores estructurales, como la baja inversión fija en relación al PIB, hasta cíclicos, como la desaceleración resultante de la crisis financiera y la recesión de economías exportadoras de commodities. Sin embargo, el informe de la OECD resalta el rol significativo de dos mitos de la globalización en la desaceleración del crecimiento del comercio mundial como son: la reversión de la liberación comercial y el debilitamiento de las cadenas globales de valor, es decir, de las grandes fábricas mundiales como Estados Unidos, Europa y China.
La liberación del comercio se ha detenido y hay signos del aumento del proteccionismo. Esta respuesta es similar en crisis pasadas y en la crisis financiera que fue seguida de una depresión del comercio mundial. Empero, la OECD no analiza las fuertes depreciaciones cambiarias de las economías emergentes que han generado reacciones proteccionistas con aumento de aranceles y restricciones a las importaciones.
El dinamismo de las cadenas globales de valor, que se refiere a la creación de valor agregado en el comercio mediante las importaciones de bienes intermedios y servicios, después de 20 años de expansión parece haberse revertido en 2011-2015, principalmente en la cadena asiática -China (4%), Japón (2%) y Australia (2%)-, lo que sería un indicador de la reversión de la integración del comercio.
Por tanto, es importante monitorear oportunamente el difícil entorno internacional por sus implicaciones en economías con alto grado de apertura al comercio, como la boliviana.
*El autor es economista y expresidente del Banco Central de Bolivia.
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