viernes, 19 de agosto de 2016

Venezolanos pagan 20 veces más por escasez



“Más barato imposible” repite a viva voz una caraqueña que vende harinas en el mercado de Petare, la favela más grande de Latinoamérica, donde cientos de comerciantes ofrecen productos básicos, generalmente escasos en la nación caribeña, a precios 20 veces más caros que los establecidos por el Gobierno.

A cielo abierto y sin el férreo control de precios que rige en Venezuela desde 2003 esta suerte de mercado negro opera diariamente en el este de la capital venezolana al ritmo del regateo y la compraventa.

El lugar hace las veces de un cintillo de comerciantes informales, quienes se apoderaron de varios kilómetros de aceras sobre las que exhiben a “los más buscados”, como llaman jocosamente a los alimentos y productos de aseo e higiene personal más escasos, mientras intentan establecer un precio casi personalizado con cada comprador.

“Lleve el arroz, 2.400 bolívares el kilo”, corea un joven moreno que intenta vender mientras camina por la muchedumbre, se trata de un buhonero itinerante que, como decenas, encontró mayores ganancias moviéndose por el mercado en la búsqueda de clientes.

Sin embargo, el paquete de arroz que el joven agita sobre sus brazos tiene marcado un “precio justo” establecido por el Gobierno venezolano, que cifró en 120 bolívares el kilogramo, una cantidad 20 veces menor a la vociferada por el comerciante como una “ganga”.

Así, todos los productos básicos cuyos precios de venta al público están determinados por la “Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos” (Sundde) pululan en el mercado informal de Petare a precios que superan desde 5 y hasta 100 veces la cantidad prescrita en envases.

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