Ni siquiera los vecinos de un conocido bastión del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) en Sao Paulo parecen angustiados por la probable destitución de Dilma Rousseff.
Una desempleada cansada. "La verdad no me importa mucho si Dilma se va o se queda. Acá siempre está todo mal", asegura Pamela Dos Anjos, una mujer desempleada, al salir de un centro de atención social en el barrio de Cidade Tiradentes, en la periferia de la metrópoli paulista.
Hostigado por una galopante recesión que se desató en el país a inicios de 2015, inflación y endeudamiento, el país que hasta hace poco era el líder y modelo indiscutido de América del Sur está convaleciente.
"Yo siempre voté por el PT, pero en la última elección del 2014 voté en blanco. Estaba cansada de que dijeran que iban a mejorar las cosas y que nada mejorara. Estoy aburrida de ellos, de todos los políticos, porque son todos iguales", afirma con una mueca de decepción.
Final dramático. El final de este dramático juicio político ocurre tras meses de acusaciones, que han dividido a un país azotado por una recesión galopante, un creciente desempleo (más de 11 millones de personas y un masivo escándalo de corrupción que pone en aprietos a toda su clase política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario