viernes, 12 de agosto de 2016

Seis lecciones que EEUU puede aprender de la votación del "Brexit"

Hasta hace poco, mis amigos obsesionados políticamente en EEUU expresaban poco interés en las elecciones del Reino Unido. Y con razón. Aunque la figura icónica de Margaret Thatcher había inspirado fascinación hace unas décadas, al igual que, posteriormente, el primer ministro de blanca dentadura Tony Blair, las elecciones de 2015 provocaron escaso interés. Los políticos de Westminster —hombres como David Cameron— parecían ser demasiado aburridos como para poder proporcionarle lección alguna a EEUU.

Éste ya no es el caso. En este momento, los estrategas republicanos y demócratas se están preparando para la campaña electoral estadounidense de 2016. Y, habiendo estado en cenas durante los últimos días escuchando los angustiados e interminables debates entre los encuestadores, los activistas y los expertos, con frecuencia escuché la pregunta: ¿Qué lecciones puede enseñarle el voto del "Brexit" a EEUU? El "choque" resultante del referendo del Reino Unido ¿sugiere que una persona fuera de los círculos de poder convencionales como Donald Trump pudiera ganar? ¿O es tal comparación demasiado simplista?

En mi opinión, las respuestas son ambas "sí" y "no". El "Brexit" fue un voto extremadamente diferente, pero existe una media docena de lecciones del referendo en el Reino Unido que pudieran ser relevantes para EEUU en noviembre próximo.

La primera —y la más obvia— es que el "Brexit" demuestra cuán ciega puede estar la élite política en un mundo polarizado social y económicamente. Tal y como mis colegas Gideon Rachman y Edward Luce recientemente escribieron, el voto en pro del "Brexit" fue, en parte, un voto de protesta: un aullido de ira contra el dolor económico, contra la inmigración y contra la pérdida de la identidad cultural. La única cosa todavía más sorprendente que esta votación fue el hecho de que la élite del Reino Unido se sorprendiera ante el resultado; y la facción demócrata fácilmente pudiera repetir ese error.

La segunda lección es que el electorado está perdiendo su miedo a lanzarse a lo desconocido. Nadie puede presuponer que Trump vaya a perder "sólo" porque representa un riesgo. En un mundo en el que los votantes se sienten enojados, arriesgarse ya no parece tan arriesgado. Y existe otro problema psicológico importante que está teniendo influencia: el electorado acaba de experimentar una década durante la que la mayor parte de las reglas de las finanzas y de la economía dieron un vuelco total como consecuencia de la crisis financiera. Darle un vuelco total a las reglas políticas ya no parece tan extraño; al menos, no tan extraño como que las tasas de interés se vuelvan negativas y que los grandes bancos colapsen.

Esto nos lleva a una tercera lección: la revolución no se puede aplastar con meras estadísticas o historias de miedo. Los políticos como Cameron intentaron derrotar el voto en pro del "Brexit" citando datos económicos que mostraban lo peligroso que el "Brexit" podría ser; pero los votantes lo rechazaron porque estaban demasiado enojados para escucharlo, y porque tenían demasiada desconfianza de la élite. El voto del "Brexit" se decidió sobre la base de las emociones, y quienes defendían el permanecer en la Unión Europea (UE) fracasaron en proporcionarles a los votantes una visión verdaderamente positiva de Europa. La facción en pro del "Brexit", por el contrario, evocó la imagen de una nación soberana, orgullosa e independiente que fue atractiva para muchos votantes.

Esto pone de relieve una crucial cuarta lección: si los demócratas quieren derrotar a Trump, no pueden depender sólo de una versión estadounidense del "Proyecto Miedo"; también necesitan una imagen positiva y optimista. La semana pasada, los demócratas trataron de crear tal imagen durante la convención en Filadelfia. Pero los demócratas deben reconocer que Trump está haciendo campaña evocando emociones tanto negativas como positivas; de alguna manera, los demócratas tienen que encontrar un lema tan memorable y optimista como el de Trump de "Restaurar la grandeza de EEUU".

Una quinta lección es que no sólo son las emociones las que importan: también lo son los meticulosos detalles del proceso electoral. Una razón por la que la campaña en pro de permanecer dentro de la UE perdió en el Reino Unido fue que la participación fue baja entre los votantes jóvenes potenciales (que por lo general favorecían el permanecer). Otro asunto fue un detalle técnico poco notado: los padres solían poder inscribir automáticamente a sus hijos adolescentes para que pudieran votar, pero esto cambió recientemente. Existen numerosos detalles "técnicos" en el proceso electoral estadounidense que pudieran resultar ser aún más importantes; sobre todo porque los estrategas —en ambos lados— son expertos en utilizar todas las lagunas jurídicas que puedan encontrar para impulsar a sus seguidores, o para suprimir a los del otro bando. Los especialistas que quieran predecir los resultados de noviembre deben examinar a fondo los pormenores electorales.

Y esto nos lleva a la sexta y más importante lección del "Brexit": que la democracia, por su naturaleza, es impredecible, especialmente a medida que la polarización social aumenta cada vez más. Puede que las élites odien esto. Como también es posible que suceda en el caso de los inversores o de las empresas, las cuales necesitan planificar a largo plazo. Pero si el propósito principal de la democracia es darle voz a la gente, siempre existirá el riesgo de que esta voz aúlle en expresión de ira, o que se quede en casa y no hable en lo absoluto. Para el bien de los estadounidenses, más les vale que los expertos aprendan esta lección por anticipado y, más importante aún, que los políticos estén dispuestos a escuchar.

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