Las advertencias de que la economía mundial está a punto de hundirse en un pantano de proteccionismo, ha sido un tema de conversación durante años. En primer lugar, se pronosticó que los atentados del 11 de septiembre retrasarían el ritmo de la globalización. Luego, la crisis financiera mundial iba a provocar que los Gobiernos volvieran a erigir las barreras comerciales de la década de 1930. Y cuando, de alguna manera, el mundo sobrevivió, el resentimiento por el auge de China garantizaría que la política económica mundial se sumergiera en un destructivo juego de devaluación competitiva de la moneda.
Ninguno de esos riesgos se materializó, pero, conforme ha disminuido la expansión del comercio mundial en los últimos años, han resurgido las advertencias sobre los riesgos políticos para el crecimiento.
No cabe duda de que en Europa Occidental y Estados Unidos, el populismo económico, que incorpora un rechazo a la globalización, ha ido en aumento, pero, a menos que Donald Trump sea elegido presidente de Estados Unidos el mes próximo (en cuyo caso cualquier cosa puede suceder), no hay mucha evidencia de que la economía mundial esté a punto de ser fracturada por el resurgimiento generalizado de las barreras comerciales.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió la semana pasada que el riesgo político es una de las mayores amenazas para la economía mundial, aunque sin mencionar específicamente a Trump y sus amenazas proteccionistas, pero, para su crédito, el Fondo también ha aceptado recientemente que, aunque el crecimiento del comercio mundial ha sido débil, no hay muchos indicios de que el proteccionismo sea el culpable.
En las dos décadas previas a la crisis financiera mundial, el comercio creció aproximadamente dos veces más rápidamente que el producto interno bruto mundial; desde 2012, sólo ha mantenido el ritmo. Pero el FMI determinó que aproximadamente el 75 por ciento de la reciente desaceleración reflejaba simplemente el debilitamiento del crecimiento económico global, especialmente en la inversión. Otra parte ha sido causada por los cambios en las cadenas de suministro conforme las naciones en desarrollo como China ahora realizan varias etapas de producción a nivel doméstico, en lugar de ser simplemente puntos finales de ensamblaje de los componentes fabricados en el extranjero.
Naturalmente, el Fondo advierte sobre el peligro de que las barreras comerciales puedan restringir el comercio, pero, a pesar del aumento documentado del "proteccionismo" implementado insidiosamente mediante regulaciones, en lugar de aranceles, semejantes medidas parecen haber surtido poco efecto.
Sin duda, esto podría cambiar si los populistas llegan al poder en Estados Unidos y Europa, suponiendo que tengan intenciones serias al respecto. Los masivos aranceles de importación propuestos por Trump iniciarían una guerra comercial, mientras que los deseos de personas como la francesa Marine Le Pen de destrozar el mercado único de la Unión Europea causarían profundos daños a la economía europea. El resultado del referendo del Reino Unido a favor de su salida de la UE ya ha provocado llamados al proteccionismo e intervencionismo por parte de aquellos que consideran la UE una restricción sobre la regulación gubernamental en lugar de un excesivo ejemplo de ella.
Pero a menos que estos riesgos políticos se materialicen, no hay necesidad de entrar en pánico con respecto al comercio, y la mejor manera de mantener su expansión es simplemente estimular el crecimiento económico global.
Por el momento, la responsabilidad de apoyar la globalización corresponde a los gobernadores de los bancos centrales y a los ministros de finanzas en lugar de a los funcionarios de comercio. La política monetaria debería favorecer fuertemente la flexibilización, y aquellos países que cuentan con espacio fiscal deberían utilizarla. Más allá de eso, la situación del comercio y la globalización exige vigilancia atenta, no alarma. Las repetidas advertencias de que el mundo está a punto de caer nuevamente en una pesadilla proteccionista han sido incorrectas. Bien podrían ser incorrectas nuevamente.
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