Por un lado, la satisfacción de que este organismo llegó a su décimo aniversario, pero, por otro, en una realidad mundial mucho más opaca de cuando Brasil lo creó en 2005, en la cresta del crecimiento de los emergentes y el viento de cola de aquella década.
Uno de los difuntos de este cambio de época es el aclamado BRICS, que enamoró especialmente a los sudamericanos, pero cuyo colapso, según fuentes diplomáticas en Riad, es un dato concluyente de esta nueva era carente ya de milagros. Brasil, justamente, fue un gran jugador de esa iniciativa.
Sólo dos presidentes de los 12 socios sudamericanos que incluye a Argentina asistieron a la reunión. El venezolano Nicolás Maduro y el ecuatoriano Rafael Correa, ambos petroleros y más preocupados por llegar a algún difícil acuerdo con sus anfitriones para cesar la producción y forzar un alza del precio del fluido.
Una opción que Riad, el mayor productor mundial de crudo convencional y socio de aquellos en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), no está dispuesto a asumir. De modo que ahí no puede esperarse nada nuevo.
El bloque árabe exhibió mayor presencia jerárquica con ocho jefes de Estado, presidentes y primeros ministros, y cuatro monarcas, incluido el anfitrión. Sucede que este organismo logró algunos buenos números en el intercambio entre las dos regiones, desde los escasos 6.000 millones de dólares hace una década a 34.000 millones el año pasado. Pero el tema es hacia adelante, por el impacto del colapso de las tres mayores economías sudamericanas, Brasil, Argentina y Venezuela.
El tema del BRICS, al cual el Gobierno argentino, quizá escaso de información, pretendía sumarse según la insistente demanda expresada por la Casa Rosada, es paradigmático en el sentido de lo que antes había y ya no.
Ese organismo, cuyas siglas son las de Brasil, Rusia, India, China y que agregó mucho más tarde a Sudáfrica, nació hace tres lustros por la iniciativa del economista Jim O’Neill de Goldman Sachs, cuando las primeras cuatro naciones implicaban el 8% de la economía mundial.
La noción de una perspectiva de auge de ese cártel implicó la creación de instituciones financieras e inversiones multimillonarias, incluyendo la iniciativa de un banco común de desarrollo que lideraría India pero con base en Shanghái e íntimamente vinculado con la propia versión del Banco Mundial que ha proyectado China.
Pero como las cosas no son para siempre, hoy el balance del grupo muestra una caída de 88% del valor accionario desde 2010.
En los últimos cinco años las pérdidas totalizaron 21% y los inversionistas comenzaron a desprenderse rápidamente de los papeles. Es por eso que Goldman Sachs decidió decir adiós a su célebre fondo de inversión BRICS, redistribuyendo y fusionando los fondos que reunía el esquema. Lo que la agencia Bloomberg definió tajantemente como el dato palpable "del final de una era”.
La medida de Goldman fue adoptada sobre la base de que ya no existe la expectativa de crecimiento de los productos financieros del cártel, según un informe que elevó a la US Securities and Echange Commission, la SEC de Estados Unidos. Un dato que explica las dosis de cautela que también se percibió aquí.
Las razones para este giro, que indica mucho más sobre la situación mundial que el destino de los propios BRICS, son bien conocidas. Aunque las cuatro naciones originales del grupo aún explican un quinto de la economía global, sus perspectivas de crecimiento se han atenuado dramáticamente.
China, que fue la locomotora de la célebre "década ganada”, está reduciendo su dinámica con la expansión más débil desde 1990, camino a un crecimiento anual promedio de 6,5% de techo. Y a eso se añadió el impacto que provocó la crisis bursátil de este año, que fulminó al menos cinco billones de dólares en valores de mercado.
Brasil, a su vez, sufre la peor recesión en un cuarto de siglo, con una retracción, este año, en torno a tres puntos de su PIB. Rusia, que sufre especialmente la caída a la mitad del precio del petróleo, ha devaluado enérgicamente el rublo tras perder el flujo de inversiones, también debido a las sanciones por la crisis ucraniana que derivó de la toma, por parte del Kremlin, de la península de Crimea.
Y la India, donde en cambio se aceleró el crecimiento, el primer ministro Narendra Modi está luchando para sacar adelante reformas ante una perspectiva que no es brillante y se reflejó en las recientes elecciones regionales.
"La promesa de los BRICS de un crecimiento rápido y sustentable se diluyó en los últimos cinco años. El concepto BRICS fue popular, pero nada es eterno”, sostuvo Jorge Mariscal, responsable de mercados emergentes en UBS Wealth Mangement, citado por Bloomberg.
* Tomado de Clarín.
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