La creciente presencia de Beijing en lo que Washington considera su "patio trasero" les ha permitido a los líderes latinoamericanos cierta grata independencia de Estados Unidos y los ha liberado para dedicarse a sus proyectos favoritos.
Entre 2010 y 2014, los préstamos por 90 mil millones de dólares de China a América Latina excedieron los desembolsos hacia la región por parte del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), según un informe de la Iniciativa para la Gobernanza Económica Mundial de la Universidad de Boston.
Actualmente, ya no fluye tanto dinero a través del Pacífico. La drástica caída de los precios del petróleo se correlaciona con un debilitamiento de las inversiones chinas en las naciones dependientes del petróleo. En América Latina, eso significa que China se está alejando de amigos "con inclinación a la izquierda" como Venezuela o Ecuador y se está acercando a otros países, incluyendo a Brasil y Chile.
"El Gobierno chino se ha vuelto más cuidadoso en cuanto a préstamos desde que Xi Jinping y Li Keqiang (presidente y premier chinos, respectivamente) tomaron el poder, especialmente los préstamos a países como Venezuela y Ecuador", dice Li Renfang, analista para América Latina de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Suroeste.
"En el pasado, la inversión china en esos países tenía matices ideológicos y políticos, pero actualmente damos más importancia a las preocupaciones económicas", dice Renfang.
Las nuevas precauciones chinas se derivan no sólo de los bajos precios del petróleo, sino del hecho de que su propio crecimiento se está desacelerando, lo cual ha disminuido su capacidad para destinar dinero a inversiones en el exterior. Sin embargo, la interdependencia construida durante la década del auge de los productos básicos no se elimina fácilmente. La desaceleración del PIB chino ha afectado mucho las monedas en América Latina. El colapso de agosto de la bolsa de Shanghái provocó que los valores brasileños alcanzaran sus niveles más bajos desde 2009.
Un estudio de Eileen Fahey, directora de créditos de Fitch Ratings, mostró que los países y compañías en América Latina que están más expuestos a una desaceleración de la demanda china son también aquellos que comercian con China o que le han pedido muchos préstamos. Esto crea el potencial de un círculo vicioso conforme China y los mercados de productos básicos se desaceleran a la vez.
"Hubo una caída perceptible tanto en el número de transacciones como en el valor total del proyecto" después del colapso de los precios del petróleo y los productos básicos en el verano de 2014, dice Andrew Davenport, director de operaciones de RWR Advisory, una compañía de investigación con sede en Washington que monitorea los acuerdos chinos y rusos a escala mundial.
Antes del colapso, las transacciones habían estado aumentando establemente después de un incremento de la actividad en 2011. Aunque aún puede pasar cierto tiempo antes de que China haya diversificado realmente sus inversiones en América Latina, Davenport dice, "hay evidencia de que el barco está girando hacia este rumbo".
Este cambio favorece a Brasil, la potencia de productos básicos que ya es el segundo mayor abastecedor de China de mineral de hierro y soya.
"Brasil es un destino principal para las inversiones chinas", dice Fan Hesheng, director del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Anhui. "Venezuela tiene muchos riesgos porque depende demasiado del petróleo. Su estructura económica no está bien organizada y si la caída de los precios de los productos básicos la afecta, causará muchos problemas".
La apertura china ocurrió sólo después de que Brasil tuvo dificultades en acceder al capital de los bancos occidentales. Un escándalo de corrupción le ha impedido a la compañía energética estatal, Petrobras, acceder a los mercados de bonos. Ahí entró China al rescate con una línea de crédito de 10 mil millones de dólares en mayo. La mitad es del Banco de Desarrollo de China, el cual rubricó la mayoría de los préstamos respaldados por petróleo hechos a Venezuela hace algunos años.
Después siguieron otros grandes tratos. En mayo, Vale, la compañía minera, selló un acuerdo de crédito de hasta 4 mil millones de dólares con el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC, por sus siglas en inglés) de propiedad estatal. Y Three Gorges, una compañía hidroeléctrica china, compró dos presas y una subsidiaria comercial del grupo brasileño de infraestructura Triunfo en agosto, por 538 millones de dólares.
Las oportunidades puestas de manifiesto por el desplome de los precios del petróleo podrían abrirles la puerta a las inversiones chinas directas en Brasil, las cuales han sido escurridizas en el pasado. Por ejemplo, una oleada de acuerdos de manufactura china concluidos hace 10 años no llegaron a materializarse en su mayor parte, pero ahora el dinero chino puede comenzar a fluir hacia el sector petrolero. Y las compañías chinas generalmente no habían podido acceder a participaciones directas en el sector agrícola de Brasil, hasta que Cofco (la empresa estatal china) compró la compañía holandesa de comercio de granos Nidera el año pasado.
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