Brasil se situó en segundo lugar en este parámetro, con una
puntuación de 2,08. De 2006 a 2011, el país atrajo un acumulado
total de $70.000 millones en inversión en energía limpia, o el
77% de todos los fondos comprometidos a la economía con
bajas emisiones de carbono de América Latina y el Caribe.
Históricamente los biocombustibles se quedaron con la mayor
parte de estos fondos pero desde 2011 el sector de la energía
eólica se sitúa en primer lugar. En 2011, la energía eólica recibió
inversiones por valor de $8.800 millones, comparado con las
inversiones por valor de $3.200 millones de los biocombustibles
(ver cuadro abajo).
Hasta la fecha, el Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico
e Social (BNDES) ha financiado proyectos y compañías de
energía limpia con $17.800 millones.
Con intereses por debajo
del mercado y condiciones extremadamente favorables, el banco
de desarrollo estatal ha monopolizado la práctica de los préstamos
de energía de baja emisión y ha ahuyentado a los prestamistas
extranjeros. Por su parte, los gobiernos extranjeros e instituciones
financieras de desarrollo como el Banco Interamericano
de Desarrollo (BID), el Kreditanstalt für Wiederaufbau (KFW), el
Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), y la Iniciativa
Internacional del Clima, han ofrecido subvenciones por valor de
$1.000 millones para fomentar el desarrollo de la energía limpia
en Brasil – más que el BNDES y el gobierno brasileño juntos.
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