miércoles, 12 de abril de 2017

La antigua "capital del contrabando" de Paraguay se pone a trabajar



Aldo Benítez brilla con orgullo mientras muestra su máquina nueva, cuyo láser lanza chispas mientras va rápidamente de un lado a otro cortando líneas y agujeros en una lámina de metal que pronto se convertirá en la atractiva cubierta de una tira de luz LED.

"Sólo hay tres de estas máquinas en toda América del Sur", dice Benítez, presidente de Koumei, una fábrica brasileña que fabrica luces LED en las afueras de Ciudad del Este en Paraguay.

Algo como esto habría sido impensable hace sólo unos años. Esta dura y pobre ciudad fronteriza ha sido durante mucho tiempo conocida como la “capital de contrabando” de América del Sur y, al igual que el resto de Paraguay, carecía casi totalmente de un sector industrial.

Sin embargo, Paraguay rápidamente está cultivando una imagen de la "China de América Latina", conforme un número creciente de empresas brasileñas cruzan la frontera para aprovechar sus costos de producción muy inferiores, desde los impuestos hasta la mano de obra y la energía.

Dado que la economía brasileña cayó en la peor recesión de su historia hace tres años, el número de fábricas de ese país que han cruzado la frontera casi se ha triplicado, conforme las auténticas etiquetas marcadas con "Hecho en Paraguay" empiezan a proliferar.

Marco Cubas, quien dirige la fábrica Estrela de Ciudad del Este, la fábrica de juguetes más grande de Brasil, dice que los trabajadores cuestan a los empleadores menos de la mitad que en Brasil, y que los sindicatos apenas existen.

Inaugurada el mes pasado para reemplazar las operaciones cerradas recientemente en China, el traslado de Estrela es testimonio del hecho de que (al menos para las empresas brasileñas) Paraguay se está volviendo tan competitivo como China.

Justo cuando la recesión en Brasil obligó a las compañías a revaluar sus modelos de negocios que dejaron de ser rentables por los altos costos de Brasil, también condujo a un colapso en la demanda de las mercancías importadas y falsificadas, las cuales se venden principalmente a los brasileños.

Casi 12 mil empleados están ahora en el sector de la "maquila" de Paraguay que se rige por una ley de 1997 que concede beneficios fiscales a las compañías extranjeras que establezcan operaciones de manufactura en este país sin costas, con el objetivo de convertir a Brasil en lo que México es para Estados Unidos.

La mayoría de los empleos ha sido creada desde la llegada del Gobierno proempresarial de Horacio Cartes en 2013, el cual dio un nuevo impulso a la industrialización de la economía principalmente agrícola de Paraguay. Cerca de cuatro quintas partes de las más de 130 empresas que operan bajo la ley de maquila son propiedad de Brasil.

Este auge de la manufactura ha encabezado el crecimiento económico excepcional de Paraguay (un promedio de alrededor del 4,5 por ciento por año en la década pasada) pese a las graves recesiones en Brasil y Argentina.

No hay signos de que este desarrollo empresarial se esté mermando, a pesar de las recientes imágenes del congreso de Paraguay en llamas después de que fue asaltado por los airados opositores de Cartes, quienes protestaban contra su intento de enmendar la constitución para poder buscar la reelección cuando termine su mandato el próximo año.

Por ahora, las exportaciones de maquila de Paraguay por 314 millones de dólares del año pasado, que se concentraron en Ciudad del Este, representan una parte relativamente pequeña de la economía de 30 mil millones de dólares.

Sin embargo, Ciudad del Este ya no se considera simplemente como un centro para el comercio y las finanzas ilícitos, gracias a su ubicación estratégica en la zona de la triple frontera compartida con los vecinos más ricos de Paraguay. "Existe la idea de que todos éramos contrabandistas. Hoy los extranjeros nos ven de forma diferente", dice uno de los oficiales locales.

"Hemos iniciado un proceso que hace unos años era sólo un sueño", dice Fidelino Díaz, presidente de la cámara de comercio de Ciudad del Este, quien tiene esperanzas de que eventualmente los paraguayos reemplazarán a las compañías extranjeras conforme obtengan gradualmente los conocimientos necesarios. "En 10 años, Paraguay será un país diferente".

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