miércoles, 5 de abril de 2017

Argentinos toman las calles para mostrar su impaciencia con Macri



Benedict Mander

Las venas de las sienes de Paco Moreno están palpitando de rabia. Una protesta en contra del Gobierno formada por docenas de hombres blandiendo palos de madera ha paralizado una de las principales avenidas en Buenos Aires, en la que él ha estado atascado hace más de una hora.

“¿Por qué no se encarga la Policía de ahuyentar a estos rufianes? Lo que está haciendo es ilegal”, asevera Moreno, un abogado que ya había faltado a su cita. “Es ridículo que les permitan secuestrar la ciudad de esta manera”.

En las últimas semanas, ha reinado el caos en el centro de Buenos Aires. Los grupos de activistas y los sindicatos han demostrado su descontento con el Gobierno de centro-derecha de Mauricio Macri. Las protestas culminarán con una huelga general este 6 de abril para exigir salarios más altos.

“Queremos que se congreguen un millón de trabajadores en la Plaza de Mayo para que podamos aplastar las políticas de Macri de una vez por todas”, dice Néstor Pitrola, un congresista del partido de Trabajadores, haciendo referencia a la histórica plaza donde los poderosos sindicatos han demostrado su poder a través de los años.

Ciertamente, los argentinos, tanto ricos como pobres, están perdiendo la paciencia. Muchos aún no han sentido el impacto positivo de las reformas económicas orientadas al mercado de Macri, ya que los salarios reales no han crecido a la par con la inflación de hasta 40 por ciento el año pasado, colocando a 1,5 millones de personas por debajo del umbral de pobreza.

Aunque Macri comenzó el año con mucho mayor apoyo público de lo esperado después de una difícil transición del anterior Gobierno, el cual había dejado a la economía a punto del colapso, su índice de aprobación cayó 10 puntos en febrero, en gran parte por una serie de errores políticos no forzados, incluyendo negociaciones mal manejadas con la compañía del padre de Macri, provocando acusaciones de favoritismo.

“La verdadera interrogante es si el índice de aprobación de Macri seguirá cayendo”, dice Alejandro Catterberg, un director de Poliarquia, una empresa de encuestas local.

El tema más preocupante para el Gobierno es que ha perdido la mayor parte del apoyo de los habitantes de la zona urbana que circunda la zona central de Buenos Aires, la cual es el área más poblada y pobre en el país, donde el índice de aprobación de la expresidenta Cristina Fernández ahora está 10 puntos arriba del índice de Macri, según Poliarquia.

A pesar de las huelgas sindicales y el malestar social, la encuesta realizada en marzo pasado por Poliarquia muestra una estabilización del índice de aprobación de Macri en 47 por ciento.

Aun así, Fernando Iglesias, un escritor y excongresista que apoya al Gobierno, argumenta que éste es “el momento más difícil por el que ha pasado Macri hasta el momento”.

“Las personas no tienen dinero en su bolsillo, y claro que la oposición peronista está aprovechando esta situación con huelgas, protestas y barricadas. Hay una larga historia de intentos de provocar golpes de Estado en Argentina”, advierte Iglesias, señalando el fracaso de los Gobiernos no peronistas en completar sus mandatos electorales desde que se restableció la democracia en 1983.

En las primeras dos semanas de marzo, hubo 62 bloqueos en Buenos Aires comparado con los 16 en febrero, según la consultoría Diagnóstico Político.

“Los peronistas saben que si se recupera el país, nunca retomarán al poder”, dice Iglesias. “Hay mucho en juego”. De hecho, muchos altos funcionarios del anterior Gobierno enfrentan cargos de corrupción, incluyendo a la misma Fernández, quien en breve será sometida a juicio por el primero de varios cargos.

Los funcionarios se han quejado de que la convocatoria a huelga general no tiene sentido. A pesar de una disminución en el crecimiento del producto interno bruto en 2016, en el tercer y cuarto trimestre la economía creció 0,1 y 0,5 por ciento, respectivamente, comparado con los trimestres anteriores. Desde octubre, se han creado cerca de 25 mil empleos por mes, según funcionarios del Gobierno.

Estos datos alentadores han causado que Moody’s, la agencia de calificación, actualice su evaluación de la deuda de Argentina de estable a positiva este mes. Y aunque la situación en la capital es tensa, es muy diferente a la situación en el campo donde el sector agrícola está experimentando un auge que está impulsando la recuperación económica.

Maria Victoria Murillo, una politóloga argentina en Columbia University en Nueva York, quien se especializa en relaciones laborales, argumenta que la huelga general “no es una novedad”.

Ella explica que los líderes de los fragmentados sindicatos argentinos necesitan mostrar su poder para solidificar el apoyo de su base. No será un factor decisivo en las importantes elecciones de mitad de período en octubre en las que el partido de Macri debe salir bien para que él pueda seguir adelante con su programa de reforma.

“En última instancia, la economía determinará los resultados de la elección”, afirma Murillo. “Si no pueden resolver la situación económica, serán cosa del pasado”.

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