“Espero que el mundo entienda que lo que suceda con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan) va a tener un gran impacto sobre el resto del mundo”, aseveró Ildefonso Guajardo, el ministro de Economía del Gobierno mexicano en una entrevista con el Financial Times.
“Nuestra afiliación con la OMC es nuestra red de seguridad”, afirmó Guajardo, quien duda de que Estados Unidos respete las reglas de la OMC, una movida que sería enormemente desestabilizadora para el comercio global. “Según sus declaraciones públicas, Estados Unidos no está muy convencido de los beneficios del multilateralismo”, añadió.
“Es una importante llamada a la acción para el resto del mundo. Va más allá de una disputa entre vecinos”, dijo Agustín Carstens, gobernador del Banco de México.
Donald Trump, el presidente estadounidense, ha asumido su cargo con una política de “Estados Unidos primero”, la cual ya causó la retirada del tratado de 12 países del Pacífico negociado por su predecesor, Barack Obama, y en declaraciones de frustración en contra de los grandes déficits comerciales bilaterales de Estados Unidos con países como Alemania, México y China.
El hecho de que Estados Unidos esté contemplando usar a su tercer socio comercial más importante para colapsar el orden comercial internacional es una señal de cómo han empeorado las relaciones bilaterales desde que Trump asumió la Presidencia.
En las últimas dos semanas, hemos visto altas y bajas en los esfuerzos por iniciar la reevaluación de una relación comercial que vale 580 mil millones de dólares al año, que a la vez ha anclado la cooperación en materia de seguridad entre las dos naciones.
Enrique Peña Nieto, el presidente de México, canceló una cumbre programada con Estados Unidos después de que Trump insistió en que México pagaría el costo de construir el muro fronterizo. Una llamada telefónica conciliadora el día siguiente se convirtió en una farsa después de que los informes noticiosos citaron a Trump afirmando que enviaría a la fuerza militar estadounidense para controlar a los “bad hombres” y cárteles de narcotraficantes de México, aseverando que el Ejército mexicano estaba “atemorizado”. Ambos Gobiernos han negado que Trump haya utilizado dichos términos.
Andrés Manuel López Obrador, político populista de izquierda que lleva la delantera en las encuestas de la elección presidencial del próximo año, dijo que Trump ha tratado a México “como basura”, si los informes eran ciertos. Otros están de acuerdo. Muchos mexicanos han cambiado su imagen en el perfil de Facebook a una bandera mexicana en medio de una creciente oleada de orgullo nacional.
Incluso políticos con posturas moderadas, como el expresidente Ernesto Zedillo, un profesor de economía de la Universidad de Yale, declaró que es “una pérdida de tiempo” participar en “este juego de revisar el Tlcan con la administración Trump”. Él describe al Tlcan como una de “muchas herramientas para alcanzar las metas de desarrollo y crecimiento económico”. Pero hasta la fecha, no pasa un solo día sin que Peña Nieto invoque los beneficios del tratado comercial, conforme Guajardo insiste en que, “eso no significa que sacrificaremos todo para convencer a Estados Unidos de que permanezca como parte del acuerdo”.
La posibilidad real de que el Tlcan se deshaga ha enfocado una relación de 23 años que ha sido dada por sentada durante mucho tiempo por ambas partes. Las compañías agrícolas, que exportan más de 39 mil millones de dólares bajo el Tlcan han escrito a Trump para expresar sus preocupaciones. Los analistas de seguridad han señalado que México podría rescindir su cooperación con las agencias de inteligencia estadounidenses si el Gobierno se siente demasiado presionado.
Sin embargo, a diferencia del veto de viaje de siete países de mayoría musulmana de Trump, que inmediatamente provocó una fuerte reacción de compañías estadounidenses y países alrededor del mundo, ninguna de las empresas importantes ha defendido a México de la misma manera. Las compañías de Estados Unidos, que han invertido más de 100 mil millones de dólares en México, están “balanceando múltiples intereses: la reforma tributaria de Trump, sus planes de infraestructura y el libre comercio”, añadió Guajardo. “Tienen muchos grandes temas que abordar. Necesitan medir sus respuestas”.
Se espera que la Casa Blanca pronto dará al Congreso el requerido aviso de 90 días para iniciar negociaciones con Canadá y México, ya que quiere comenzar las pláticas del Tlcan en mayo.
Mientras tanto, México está preparando tratados bilaterales con Brasil, Argentina, Australia y Nueva Zelanda, y el Gobierno dice que Singapur y Malasia son prioridades. México ya tiene acuerdos de libre comercio con 45 países, el mayor número de acuerdos en el mundo.
La crisis con respecto al Tlcan está forzando a México a enfrentar serias realidades como el estancamiento del crecimiento, de los salarios y de la productividad, junto con la corrupción y la impunidad legal. “Esto incrementa la urgencia por estimular la productividad y competitividad de México. Las reformas estructurales son muy importantes”, dijo Carstens.
Aunque existen pruebas anecdóticas de que la incertidumbre comercial está reduciendo la inversión, Carstens tiene confianza de que México supere la volatilidad. Después de todo, tiene muchos años de práctica. En 1994, el año en el que se inició el Tlcan, una devaluación masiva provocó una crisis bancaria y de endeudamiento, años luz de distancia de la realidad actual tomando en cuenta las reservas de más 175 mil millones de dólares del banco central y la línea de crédito de 80 mil millones del Fondo Monetario Internacional a la que tiene acceso.
“No estoy diciendo que esto no sea complicado, pero sí creo que tenemos la habilidad de sobrepasar los tiempos difíciles”, dijo Carstens. “El problema es que no sabemos con certeza cuánto tiempo durará esta incertidumbre”.
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