miércoles, 19 de julio de 2017

Cultura y comercio es la nueva alternativa económica

De acuerdo con un reportaje de la BBC Mundo, con la nueva Ruta de la Seda, China quiere garantizarse el dominio del comercio mundial y ya empezó el despliegue de infraestructura, cuyo objetivo es cambiar el mapa de la economía del mundo.

La periodista de la BBC Carrie Gracie recorrió recientemente su sección más emblemática -la ruta terrestre que conecta al gigante asiático con Europa- para tratar de dimensionar los ambiciosos planes de Pekín.

Efectivamente, la iniciativa “Un cinturón, una carretera” -como se la conoce oficialmente- va mucho más allá del camino inmortalizado por Marco Polo en el siglo XIII e incluye otros cinco corredores terrestres, hacia el oeste y el sur de China, así como nuevas rutas marítimas.

Y por eso las historias recogidas por Carrie durante su viaje de varias semanas entre la ciudad de Yiwu y Reino Unido apenas dan una idea de su alcance y complejidad.

FERROCARRIL

La nueva Ruta de la Seda atraviesa nueve países y tiene una extensión de más de 11.000 kilómetros. 3 historias desde la nueva Ruta de la Seda son, sin ninguna duda, un buen punto de partida para empezar a comprender mejor los retos, riesgos y desafíos de una iniciativa que algunos ven con temor y otros con optimismo.

Wu Xiaodong todavía recuerda el día que empezó a trabajar en la ferrovía: era 1983 y China apenas concentraba el 1% del comercio mundial.

Y, con nada más 17 años, sus propias ambiciones no iban más allá de un uniforme y pasajes de tren gratuitos. China es el país que más comercia en el mundo. Vestido con un uniforme azul y caso, recorre la zona de carga de Yiwu gritando órdenes a los hombres que se encargan de cargar los vagones con contenedores de 40 pies (12 metros).

Las cosas han cambiado mucho desde que Wu empezó a trabajar en el ferrocarril.

Cuando Wu empezó a trabajar en la ferrovía, Yiwu era un pueblito olvidado y nadie pensaba en comerciar con el mundo.

Ahora, él supervisa la partida de trenes que emprenden viajes de más de 11.000 kilómetros por nueve países.

ESTADOS UNIDOS

Estados Unidos cada vez menos interesado en liderar el mundo en materia de libre comercio, el presidente Xi está más dispuesto a aprovechar esta oportunidad.

Su último plan es tan ambicioso que muy probablemente se necesitarán décadas para saber si se trata de un digno sucesor de la vieja Ruta de la Seda.

Pero a falta de otros países dispuestos a pensar en grande, el tren para el que trabaja Wu es el punto de partida del que sin duda es el esfuerzo más ambicioso para moldear el siglo que apenas comienza.

Sin embargo, sus críticos dicen que arrastrar 50 contenedores desde Yiwu hacia Europa es un pobre comienzo y que no tiene sentido desde el punto de vista económico.

Un barco, por ejemplo, puede transportar hasta 10.000 contenedores en un único viaje. E incluso con subsidios gubernamentales el transporte por tren resulta más de dos veces más caro.

Pero Wu Xiadong destaca que el tren nada más necesita 18 días para completar su trayecto, comparado con los 35 de la vía marítima.

“El tren no va a remplazar a la carga marítima, pero hay mucho campo para que se expanda, especialmente hacia países sin costa”, explica.

Y la visión de Pekín va mucho más allá de la vía férrea: incluye carreteras, oleoductos, puertos, zonas industriales y rutas marítimas.

De hecho, China está prometiendo invertir más de un billón de dólares en proyectos de infraestructura para facilitar el comercio.

Y mientras cruza dos continentes cargado con productos “Hecho en China”, el tren de carga también se ha convertido en un importante símbolo de su éxito.

CONSTRUCTOR

El sol brilla con furia sobre su casco rojo y el sudor se acumula sobre su frente, pero la mente de Xu Xiwen ahorita está en otra parte: le preocupa el invierno.

“Aquí la temperatura puede caer hasta -40 bajo cero y el viento es mortal”.

“No vamos a poder trabajar durante cuatro meses”, se lamenta.

Xu es un ingeniero del Grupo de Construcción Urbana Pekín y acaba de empezar a construir 13 estaciones para un nuevo tren ligero para la capital de Kazajistán, Astana.

Y aunque nada más tiene dos años de plazo, aún no hay mucho que mostrar en la estación número seis, donde un par de docenas de trabajadores apenas empiezan a trabajar en los cimientos con máquinas recién llegadas de China.

GANADERO

Por otra parte, Rafa lleva ayudando a sus padres con las vacas más tiempo del que puede recordar. Se mueve lenta y suavemente como un hombre que ha pasado toda la vida entre animales.

Pero esa calmada fachada esconde una fuerte ambición.

China podrá tener planes con Polonia pero este ganadero de 23 años también tiene sus planes para China.

Sonríe al colocarse sus guantes de goma y botas para ordeñar.

“China es un gran mercado con un pueblo que necesita alimentarse. Nuestra leche no es transgénica y cumple con los más altos estándares de salud de la UE. Podemos ofrecerle calidad a China”, dice.

Es una propuesta sencilla pero sólida.

Mucha de la tierra y agua de China está contaminada y a los reguladores les cuesta estar al tanto de los estafadores.

La clase media china suele desconfiar de los alimentos que provienen de sus propias granjas y cada día tiene más dinero para comprar productos importados.

Además, la industria lechera provocó la peor crisis de confianza del consumidor de la que se tiene memoria, cuando fórmula láctea para bebés estuvo adulterada con químicos industriales que envenenaron a miles de niños.

Rafa podrá pasar horas enteras dentro de la sala de ordeño pero sabe perfectamente que China se siente perseguida por el espectro de leche tóxica. (BBCMundo)

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